La logística juega un papel determinante en el análisis de muestras biológicas. Tras la obtención del fluido o tejido, es esencial que el transporte del mismo se lleve a cabo en unas condiciones que no comprometan la conservación de la muestra, y es en este punto donde entra la logística.
¿Qué consideramos una muestra biológica?
Según la ley española de investigación biomédica, éstas se definen como «cualquier material biológico de origen humano susceptible de conservación y que puede albergar información sobre la dotación genética de una persona». En definitiva, es cualquier tejido o sustancia que puede extraerse del cuerpo para su posterior estudio, tratamiento o conservación, desde muestras de sangre u orina a exudados más complejos o incluso material genético destinado a tratamientos de fertilidad o reproducción asistida.
Condiciones para la conservación de muestras biológicas
A la hora de trasladar materiales biológicos y sanitarios, es sumamente importante hacerlo en las condiciones adecuadas, ya que de ello podría depender salvar una vida o comenzar un estudio que dé con la cura de determinadas enfermedades. La manipulación de las muestras no debe interferir nunca en el diagnóstico del paciente o en la investigación, por lo que hay que asegurarse de que los materiales recogidos no sean contaminados ni sufran ningún tipo de deterioro.
Es por ello que en este campo se siguen una serie de protocolos muy específicos, más o menos concretos según el caso. Muchas sociedades médicas o agencias de investigación recogen estos procedimientos que, a grandes rasgos, pueden dividirse en los siguientes:
Protocolos estandarizados
Son pasos de actuación que van desde la obtención de la muestra hasta la entrega final de la misma, contemplando toda la cadena de custodia, la temperatura y las variaciones que puedan surgir.
Fraccionamiento de la muestra
No es preciso en todos los casos, pero es imprescindible en algunas muestras. En el caso de la sangre, el fraccionamiento consiste en la separación del fluído en sus tres componentes: hematíes, plaquetas y el plasma. Es aconsejable que este proceso se lleve a cabo inmediatamente después de la obtención de la muestra para evitar alteraciones en su temperatura y manipulaciones posteriores que puedan afectar a su calidad.
Elección de los contenedores idóneos
Las muestras deben ser siempre trasladadas en contenedores especializados, adaptados a cada tipo de sustancia o tejido, y debidamente cuidados para evitar derrames, fugas o daños. A la hora de elegir el contenedor hay que tener en cuenta el tiempo que se van a mantener las muestras obtenidas y la temperatura a la que se deben someter, ya que son dos factores que pueden resultar determinantes en el deterioro del tejido.
Supervisión de los equipos de almacenamiento:
Hay que asegurarse de que todo esté en condiciones óptimas, y se debe disponer de equipos alternativos de emergencia por si surgiera cualquier problema.

Temperatura óptima
las muestras de tejido biológico deben mantenerse a una temperatura concreta, por lo que es importante controlar esos intervalos de temperatura.
Además de estos protocolos o recomendaciones de actuación, el procedimiento para trasladar y conservar material biológico está regido también por normas y reglamentos nacionales e internacionales. A pesar de que cada caso tiene sus particularidades, hay algunas condiciones que deben darse siempre.
- Tomar la muestra de forma tan aséptica como sea posible
- Elegir el medio de transporte idóneo para cada tipo de muestra.
- Mantener un etiquetado correcto de las muestras, de forma que siempre esté bien identificado el paciente y el destino. La trazabilidad es fundamental.
- Realizar la entrega lo más rápido posible.
La cadena del frío en las muestras biológicas
Como material orgánico que son, las muestras biológicas no dejan de estar sometidas a un proceso natural de deterioro y descomposición que puede afectar a su análisis si no se conservan de forma correcta.
Además, en ciertas condiciones ambientales pueden proliferar bacterias y organismos que podrían contaminar la materia y comprometer el estudio. Por ello, es muy importante garantizar siempre la temperatura ideal de conservación. Además, las muestras deben almacenarse siempre durante un periodo de tiempo determinado para poder resolver cualquier reclamación que surja o analizar datos extra por parte del clínico o biólogo responsable, por lo que es importante contar con una logística del frío que permita preservarlas durante dicho periodo.
Los distintos tipos de conservación de las muestras biológicas
Para ello es necesario conocer muy bien con qué tipo de tejido se está tratando, con qué finalidad y qué condiciones concretas necesita para su conservación. A grosso modo, podemos decir que las muestras biológicas estériles y no estériles deben almacenarse a 4ºC, mientras que los tejidos para biopsias o cultivos de virus se conservan congeladas entre -20ºC y -80ºC, temperatura que marca el límite de movilidad proteica y estabilidad del ADN.
Sin embargo, los exudados y muestras de secreciones destinados a análisis suelen mantenerse a temperatura ambiente, durante un periodo máximo de 24 horas, y pueden refrigerarse entre los 2ºC y los 8ºC. En el extremo contrario nos encontramos también casos en los que hay que recurrir al calor y no al frío, como determinados estudios de la sangre, que requieren incubarla a la temperatura corporal, entre 35ºC y 37ºC. Hay que conocer, pues, las particularidades de cada caso para saber qué método elegir. Distinguimos 5 categorías según la temperatura a la que debe conservarse la muestra
Almacenamiento a temperatura ambiente (15ºC a 27ºC)
Para muestras que deben estar disponibles de manera inmediata. Tiene la ventaja de que reduce los costes y requiere de menos infraestructura de almacenamiento, pero sólo ciertas muestras pueden guardarse en estas condiciones: muestras liofilizadas, tejidos embebidos en parafina, muestras de saliva para estudios de ADN, muestras con preservantes o fluidos biológicos que se conservan durante 4 horas como máximo.
Refrigeración (4ºC a 8ºC)
Es una buena solución para almacenamiento a corto plazo de muestras estables como enzimas o anticuerpos que se usen con frecuencia o líquidos biológicos previamente centrifugados durante un máximo de 24 horas.
Congelación (-20ºC)
para almacenar muestras biológicas durante cortos periodos de tiempo en aquellos casos que no sean estables a mayores temperaturas, como: ácidos nucleicos (ADN/ARN), muestras de plasma (hasta 4 semanas) o reactivos biológicos alicuotados que se prevean usar a corto plazo.
Ultracongelación (-80ºC)
Para almacenar muestras biológicas a largo plazo, evitando la degradación de los ácidos nucleicos. Se pueden ultracongelar tejidos y órganos, células o ácidos nucleicos (ADN/RNA) y muestras de plasma que no se prevea usar a corto plazo.
Criogenización (-150ºC a -190ºC)
A temperaturas tan bajas, se suspende por completo la actividad biológica, deteniéndose los procesos de degradación, por lo que es una técnica idónea para conservar durante largos periodos de tiempo tejidos, órganos y células.
El transporte de las muestras biológicas
Ahora bien, con el almacenamiento no acaban los retos logísticos que pueden plantearnos los análisis biológicos. Muchas veces las muestras no se toman en el lugar donde se procesan, o deben trasladarse de un laboratorio a otro, por ejemplo. En estos casos es importante que el transporte se realice también garantizando las condiciones idóneas y una correcta cadena de custodia, ya que la demora que suponen los traslados y la influencia de las condiciones ambientales durante el mismo podrían alterar seriamente los resultados.
De la misma forma que pasa con la obtención y la conservación de las muestras, existen también ciertos protocolos y recomendaciones en el transporte de las mismas, así como normativas legales e internacionales que rigen cada caso concreto, y en algunas ocasiones se requiere incluso el apoyo policial o de otros especialistas médicos.
La clave siempre es que la muestra llega a su punto de destino en perfecto estado, y en ello influyen muchos factores como los cambios de velocidad del vehículos, el tráfico que alargue el tiempo de exposición o incluso el tipo de vía que se elija para el traslado.
En este aspecto, cabe destacar que las muestras biológicas no son sólo pruebas de diagnóstico o investigación. En ocasiones pueden ser materiales altamente infecciosos, con agente patógenos que pueden causar enfermedades.
Los retos del transporte de muestras biológicas
Esto supone un reto extra para el transporte, ya que en este caso no se compromete sólo la seguridad de la propia muestra, sino también la de los propios transportistas y todos los que entren en contacto con ella. Por ello la ley obliga a que dichas muestras vayan correctamente identificadas en todo momento, en contenedores especiales que garanticen la seguridad y que permitan que sólo sean manipulada por el personal preparado para ello.
En resumen, al tratar con sustancias biológicas hay que ser siempre muy consciente de lo que se tiene entre manos, y seguir a rajatabla todas las recomendaciones y protocolos, ya que de ello puede depender la seguridad de los pacientes, de las investigaciones o de los propios operarios logísticos. Cualquiera que entre en contacto con una muestra biológica debe tener en cuenta los protocolos de obtención, manipulación, almacenamiento, temperatura y transporte que garanticen la estabilidad de las moléculas y permitan su correcta utilización en el futuro.
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